Este verano, leyendo la fabulosa revista literaria del New York Times, leí una reseña sobre la novela debutante de un tal Ronald De Feo. Cuando acabé la misma fui como un loco a mi kindle deseando que estuviera ya en formato digital para poder descargármelo. Cuando busqué por De Feo enseguida encontré la novela que tenía tan buen pinta. El título es Callin Mr King, Llamando a Mr King, un libro que supone la búsqueda de nuestra personalidad y del que vamos a hablar esta semana en el blog.
Una cosa me inquietó enseguida. Leyendo la biografía de De Feo, enseguida ví que había sido crítico precisamente para el New York Times, por lo que a lo mejor habían sido “generosos” en su comentarios para ayudar a un amigo. Sin embargo la sólida experiencia literaria de De Feo, publicando historias cortas de ficción y trabajando en el campo cultural, han dejado en él un poso importante que ha sabido aprovechar. No es de extraña que poco a poco De Feo vaya sonando más en el extranjero y esperemos que pronto sea traducido al español.
Pero que pasaría si no apretaras el gatillo? Eso sería diferente. Eso podría ser hasta excitante. Eso cambiaría todo
Calling Mr King es la historia de un sujeto que de repente entra en una crisis de personalidad. El problema es que Mr King no es una persona al uso. Mr King (y este apellido por supuesto es falso) es un asesino a sueldo. Y de los buenos. Tiene unas cualidades suficientemente probadas. Un gran historial le avala como uno de los mejores pistoleros de la firma para la que trabaja. Sin embargo un día, realizando un trabajo rutinario, tiene un momento de vacilación. Tal eventualidad no le impide completar su trabajo pero si planta una semilla que germinará y se desarrollará durante la novela.
El libro está narrado en primera persona. Es el personaje principal quien nos describe las situaciones y las evalúa por nosotros, usando el típico lenguaje ácido, irónico y agresivo de las novelas negras. Los diferentes lugares donde la historia sucede son las ciudades a donde el personaje se desplaza para realizar sus trabajos. Londres, París, Nueva York, Barcelona. Precisamente los viajes a estas ciudad le hacen reflexionar acerca de su persona. El resto de las personas asocian las ciudades que han visitado a sus vacaciones y a bueno recuerdos. En su caso tal ciudad es el sitio donde mató a fulanito usando determinada treta.
Pero, ¿cómo se convierte uno en un asesino a sueldo? Nuestro protagonista no tuvo una infancia al uso. Con su padre no tuvo una gran relación. No duda en referirse a él usando términos que iniciarían una pelea en un bar. Sin embargo, gracia a él (y quizás de ahí proviene parte de su odio) le debe el manejo excelente de las armas desde pequeño. En cuanto a su madre, no consiguen mantener una gran relación. Desde que se dedica a asesinar a gente ha decidido romper el contacto con ella. De hecho no sabe si sigue o no con vida. La ruptura con su pasado familiar afecta también a su país. Estadounidense de origen, ahora vive en Londres.
Un aspecto curioso del personaje es su interés en la arquitectura. Ha ido aficionándose con el tiempo a esta disciplina artística, en especial por el estilo georgiano. Fantasea con comprarse un caserón en la campaña inglesa y tanto lo quiere que hasta utiliza un alterego, un lord inglés, para realizar dicho sueño. Cuando el personaje llega a Barcelona queda deslumbrado por el Modernismo. Al principio le parece un inmenso desorden. Sin embargo poco a poco va cambiando el foco del estilo equilibrado a esa nueva forma de crear formas. El arte, cuyo uno de sus compañeros considera necesario incluir en la vida cuando uno trabaja en su profesión, es también una metáfora de la metamorfosis del personaje.
En tiempos en que la novela negra abunda pero a un nivel bastante malo es muy de agradecer una buena novela que tenga como protagonista un asesino profesional. Uno de los factores que más me hacen disfrutar de un libro en general es la introsección psicológica en los personajes. En este género, muchas veces las novelas malas tirando de un exceso de acción para que la cosa siga fluyendo. Si bien es necesario que la acción no se estanque para que el ritmo no decaiga, también conviene dotar a los personajes de volumen para que no estemos leyendo una crónica de sociedad. Una reflexión sobre las cosas. Y De Feo consigue aquí un buen equilibrio de ambos.